4 may 2011

Secuestro aéreo

Aeropuerto de Barajas, 7 de Enero de 1970.
El avión no despegaba. Laureano volvió a mirar su reloj. No había pasado ni un minuto desde la ultima vez que lo hiciera. El muchacho de dieciocho años volaba por primera vez, iba a Zaragoza, a ver a su madre que  había caído enferma. En otra situación habría cogido un tren, como hacia siempre, pero su padre le había dicho que el avión seria mas rápido. Laureano estudiaba Informática en Madrid. La capital era el único sitio donde podía estudiarse aquello de las computadoras. Además de por lo de la carrera, sus padres le habían mandado allí  por prescripción medica. El chaval padecía una rara dolencia de índole psicosomática. Cuando sufría un ataque se quedaba afónico y su puño derecho se cerraba fuertemente. Los médicos, habían dicho que pasar largas temporadas lejos del ambiente sobreprotector que le proporcionaba su familia, seria mas que recomendable para su enfermedad.
La azafata recorría el pasillo del avión comprobando que todo el mundo tuviera su cinturón de seguridad abrochado y se acercaba al asiento de Laureano. Este, que era muy cumplido, decidió preguntarle a la señorita si podía cambiar su asiento, el que había a su lado estaba vacío y él quería mantenerse alejado de la ventanilla. Metió la mano en el bolsillo de la chaqueta, buscando su billete. Palpó una pieza de plástico. -¿Y esto que es?- se preguntó el muchacho. En el momento en el que la azafata se asomó para ver si Laureano tenia abrochado su cinturón de seguridad el chaval sacó la mano del bolsillo empuñando una pistola. Claro esta que, al ver por un lado la pistola en su mano (la derecha para mas inri), por el otro la cara de pánico de la azafata y cobrar conciencia de la situación, a Laureano lo único que podía sucederle era sufrir uno de sus ataques. El arma era de juguete, una de estas pistolitas que lanzan ventosas. Había llegado al bolsillo de Laureano el día anterior, cuando el sobrino de la portera la había depositado allí para poder agarrarse con los dos brazos a la pierna del muchacho, costumbre que el niñito practicaba con todo vecino que entraba o salía del edificio. El caso es que a los ojos de la azafata aquello era una pistola de las de verdad, de las que hacían ¡PUM! y mataban. Así que un agudo grito de ratón salió de su garganta, alertando al resto del pasaje.
-¡Por Dios, esto va a ser un secuestro!-dijo el hombrecillo calvo y con gafas que estaba sentado al otro lado del pasillo.
-¿Como que un secuestro Juan Luis?- le preguntó su señora, una tipa rubísima de bote y gordísima de talle, que ocupaba su plaza y la mitad de la de su marido.
-Pues eso, Adela, un secuestro, que esto  he leído yo que esta muy de moda en otros países.-contestó Juan Luis.
A todo esto, el pobre Laureano agitaba la mano de la pistola, a ver si por un casual conseguía soltarla. Pero mas bien, daba la impresión de amenazar con mas ímpetu a la azafata.
-¡Vale, vale, vale, vamos a hablar con el comandante, no se ponga usted nervioso!-
-¡Oiga que no, que todo tiene una explicación! - el hilillo de voz que salía de la garganta de Laureano, ya de por si inaudible, se veía ahogado por el ruido de los motores y el murmullo generalizado que se había despertado entre el pasaje del avión.
-¡Uy!...pero si es mudo.- observó la rubísima Adela.
-No hay ningún problema-dijo un caballero sentado unas filas mas adelante- soy experto en lectura de labios yo traduciré gentilmente para ustedes.
Sin ser capaz de aclarar el entuerto, Laureano tuvo que dirigirse a la cabina de mando, precedido por la azafata y el caballero lector de labios, que caminaba dando tumbos, como si el avión estuviera en el aire y atravesando zona de turbulencias, dejando tras de  si un aroma a whisky que echaba para atrás. Laureano se encomendó a Dios mentalmente.
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-No se puede ir a Cuba esta nave no tiene combustible para un viaje tan largo- dijo el comandante.
-¡ Que no, que digo que este señor esta borracho como una cuba y le esta diciendo a usted lo que le viene en gana !- repuso Laureano.
-Dice que si no se puede ir a Cuba que le lleve usted a Tirana- "tradujo" el lector de labios ante el gesto de incredulidad del muchacho.
-¿Tirana?...hummm...eso esta en Albania, ¿no?....tampoco se puede ir allí. Y mire usted joven, si no despegamos ya, voy a tener que informar a la torre de control de lo que esta pasando aquí.-dicho esto el hombre cogió el transmisor de radio y se puso a explicar la situación al personal de la torre.

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El boletín de noticias en la radio:

" Hoy, alrededor de las 20:30, hora peninsular, se ha sufrido el primer acto de piratería aérea en territorio español. El vuelo IB-030  con destino Zaragoza ha sido secuestrado antes de despegar del aeropuerto de Barajas. Al parecer la petición del pirata aéreo, un joven sordomudo ebrio y armado con una pistola, seria la de volar a Cuba, Tirana o Marsella indistintamente. La jefatura del ejercito apoyada por la policía y la Guardia Civil, mantienen cercado el avión..."

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Habían pasado unas cuatro horas desde que Laureano "secuestrara" el avión. La nave había sido rodeada por vehículos militares, coches de policía, camiones y unos cuantos tractores. Dos guardia civiles intentaban, no sin esfuerzo, deshinchar una de las ruedas del tren de aterrizaje.
-¡¡A VER, NO SE SI EL DELICUENTE ESE, ES SORDO O MUDO NI ME IMPORTA UN BLEDO, ASI QUE, SI ÉL NO PUEDE ESCUCHARME, QUE SE LO DIGA ALGUIEN,  O SE ENTREGA AHORA O COMO LE PASE ALGO A ESA GENTE LE FUSILO AL AMANECER!!- gritó por el megáfono el Capitán Arias.

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Laureano, se rindió, claro, no le quedaba otra. Salió del avión con las manos en alto pero sin poder soltar la pistola, lo que le costó que le pegaran un par de tiros, nada de gravedad, los disparos fueron llevados a cabo por un soldado bizco y por un policía que se estrenaba en el cuerpo aquel mismo día. La paliza que le pegaron luego, eso si que dolió y ni aun así soltó la pistola.

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El mismo día que las autoridades habían decidido amputarle la mano, con pistola y todo, su padre llegó desde Zaragoza para aclarar todo el enredo.
Al final todo quedo en una anécdota. Épica, eso si. La policía puso en libertad al chaval con unas palmaditas en la espalda y los de Iberia le mandaron por correo un poster de la Estatua de la Libertad que rezaba: "Cruza el charco con nosotros".
 Laureano superó su dolencia psicosomática, pero ya nunca mas volvió a montar en avión. ¡El muy aprensivo!.