Alguien golpeó con fuerza la puerta de la cabaña. John Smith, el guardabosques, dejó a un lado el comic que estaba leyendo.
-¡¡Ábrame, por favor, ábrame, viene a por mi!!- gritó una mujer al otro lado de la puerta.
Smith se dirigió raudo a la entrada de la cabaña y abrió. Una señora de unos cincuenta años muy asustada y con el vestido lleno de sangre se echó en sus brazos.
-¡¡Cierre, por el amor de Dios, cierre, viene a por mi. Ha matado a mi marido!!.-Smith cerró la puerta.
-¡Pero, ¿Qué le ha sucedido?!- preguntó el guardabosques mientras guiaba a la mujer hasta un sillón cercano.
- Nos atacaron...nos atacaron...dos osos...mi marido...le han matado...¡¡le han matado!!-la mujer rompió a llorar.
-Sabia que esto terminaría por pasar algún día-pensó Smith.-Siéntese aquí e intente tranquilizarse. ¿Esta usted herida?-La mujer sollozando negó con la cabeza.
-La sangre...la sangre...es...de mi marido.-
Paró el jeep junto al lago. Según le había contado Margaret, que ese era el nombre de la señora, era el lugar donde había sucedido todo. Smith la había dejado durmiendo en la cabaña. Allí estaba a salvo. Llevarla consigo solo hubiera supuesto un riesgo innecesario. El guardabosques bajó del vehículo con su rifle de repetición en la mano. La luz de la luna proyectaba sombras amenazadoras por todos partes.
-¡Se que habéis sido vosotros!- gritó Smith. Unos matorrales cercanos se agitaron de forma apenas imperceptible. Hacia allí apuntó el guardabosques su rifle. -¡Ya no era suficiente con robar las cestas de picnic de los excursionistas, ¿verdad?!-se acercó despacio hacia donde había detectado el leve movimiento.-¡Claro que no, había que pasar al siguiente nivel, comerse a los propios excursionistas, ¿eh?!-
Un pequeño oso salió del escondite, andando cabizbajo, como arrepentido.
-¿Que habéis hecho, Bubu?-Smith pudo ver restos de sangre en el hocico del osito.-¿Dónde esta él?-supo la respuesta en el mismo instante en el que terminó de hacer la pregunta. Notó un aliento cálido en su nuca. Se giró muy despacio. Otro oso, este de tamaño mucho mayor, le contemplaba.-Hola...Yogui...- El animal se irguió sobre sus dos patas traseras y aunque John Smith lo intentó ya no tuvo tiempo de disparar. El oso Yogui rugió helando la sangre del guardabosques, que de un zarpazo, fue lanzado a cuatro metros de distancia.
Lo último que vio antes de morir fueron las luces de un avión en el cielo.-¿ A dónde ira?- pensó.
Yogui y Bubu, aún devorarían a otros veinte excursionistas en días posteriores, hasta ser ejecutados por un equipo especializado de cazadores. Sobre lo acontecido en Yellowstone, el gobierno norteamericano lanzaría una cortina de humo en forma de serial de dibujos animados. Hanna-Barbera se apuntaba otro tanto.