27 abr 2011

Descripción de una crisis matrimonial fantástica

Apagó el televisor, donde había estado mirando sin ver un documental sobre una antigua batalla entre franceses e ingleses. Cogió la botella de whisky de la mesa y se encaminó al laboratorio.
Desde el 11 de Septiembre nada había vuelto a ser igual. Desde entonces bebía todos los días. Todos los días tomaba esas pastillas que nublaban su mente y que le hacían sentir la realidad como un reflejo de  algo que sólo le provocaba apatía. Su mujer procuraba evitarle y apenas se mostraba visible para él a lo largo del día. Por la noche, en la cama, era igual, podía intuir el colchón algo hundido a su lado y distinguir  la parte del cuerpo de su esposa que tapaba la sabana. En alguna ocasión había querido  intimar con ella. No necesitaba acercarse, sólo alargar su miembro  y tantear, pero todo era en vano, cada vez que él lo intentaba, ella activaba su campo de fuerza. Desde el 11 de Septiembre el pasaba gran parte del tiempo en su laboratorio, lamentándose, llorando, pensando cómo la mente mas brillante del Universo entero no había podido evitarlo, ajeno a los encuentros que su mujer tenía con el Doctor.
 El Doctor, alguien mucho más humano, pese a su rostro desfigurado, que su marido. Si, era una mente criminal  obsesionada con dominar el mundo  y nos consta  que esto requiere dedicación  a jornada completa, pero aun así él si era capaz de tener tiempo para ella. Escuchar sobre sus problemas domésticos durante horas. Preparar cenas románticas  en el gran salón de su mansión. Poseerla de manera salvaje sobre la mesa en la que previamente habían estado comiendo.