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Cuando
terminó la entrevista el chimpancé abandonó el plató con su aparato traductor
bajo el brazo. El público dejo de aplaudir a la orden del regidor. Belardo
habló:
-Señoras,
señores, esto ha sido todo por hoy. Les adelanto que en el próximo programa
tendremos con nosotros a Leski Rikas Ruma la viuda del astronauta Avaru
Usulento. Ya saben que la señora Rikas prepara el lanzamiento de un cohete
espacial con los restos mortales de su marido. Muy buenas noches –de nuevo aplausos,
sintonía y la grabación había terminado. Belardo salió de allí raudo, para
evitar que sus admiradores le atosigaran. Ademia le esperaba en la puerta del
plató con un ramo de flores. Belardo arrancó una rosa del ramo y se la llevó a
la nariz de manera muy violenta.
-¡Maldito
mono, tengo su olor clavado en el cerebro! – Belardo aspiró profundamente, como
queriendo apurar hasta el mas mínimo resto de perfume de la flor.
Camino del
camerino, Ademia y Belardo, pasaron por delante de la cafetería de los
estudios. Algo llamó la atención del presentador que se asomó al interior.
Sentado a una de las mesas, estaba aquel hombre, el hombre que se esfumaba. Parecía
haber terminado de comer en aquel mismo instante, ya que delante de él había un
plato vacío. Miraba el reloj de su muñeca y pulsaba algunos botones en el
mismo. Y tal y como siempre hacia, de repente dejó de estar allí.
-¿Has
visto eso? –le preguntó a Ademia.
-¿Qué? –la
mujer miraba por encima del hombro de Belardo.
-No, está
claro que no, vamos –reemprendieron la marcha hacia el camerino. Cuando
llegaron al mismo encontraron la puerta abierta.
-Juraría
haberla dejado cerrada –dijo Ademia preocupada.
-Sí, la
dejaste cerrada, pero alguien la ha abierto. Y ha entrado. Y aun sigue dentro –Belardo
le quito a su asistente el ramo de flores y se lo acercó lo mas que pudo a la
nariz. Después con gran sigilo entró en el camerino.
Continuará…